Gramática en el lenguaje inclusivo
Estamos ante una de las polémicas de la lengua española. Ante los reclamos de una parte de la sociedad que reivindica lenguaje no excluyente, aquellos que tenemos la lengua como herramienta debemos adoptar una postura ante las formas de expresarse que han surgido recientemente. Por ello creo necesario hablar de la importancia de aplicar una correcta gramática en el lenguaje inclusivo.
Hay quien dice que la igualdad entre hombres y mujeres debe estar patente en la lengua y que el género femenino debe ser visible en nuestra forma de expresarnos, tanto hablada como escrita. Para ello, una de las soluciones que se han puesto ha sido el desdoblamiento, mencionando tanto al género masculino como al femenino cada vez que se hace alusión a un colectivo mixto. Eso llevó a que en los textos escritos comenzasen a utilizarse recursos como el símbolo arroba o la equis, sustituyendo a la vocal que indica cuál es el género del sustantivo —la a y la o generalmente— pretendiendo englobar las dos opciones con este símbolo. Otra opción planteada ha sido utilizar el femenino como neutro sustituyendo al masculino, única opción admitida por la Academia como tal. También han surgido ideas como utilizar la letra e para sustituir a la a y la o mencionadas anteriormente.
Este cóctel de ideas para dar visibilidad en la lengua la igualdad de género no ha sido sino un centro de polémica sobre qué o qué no se puede hacer con la lengua española. Lo cierto es que, revisando todas estas opciones, solo hay una que se puede considerar válida y correcta ortográfica y gramaticalmente. El uso de la arroba, la equis o la e como opciones neutras atenta contra la ortografía, haciendo impronunciables o malsonantes las palabras. Utilizar el femenino como neutro es algo que no está contemplado por la Academia, convirtiendo esta opción en una forma incorrecta gramaticalmente. La única forma adecuada de representar en nuestra lengua la igualdad de género es mencionar tanto el masculino como el femenino pero, aunque válido, no es viable. ¿Cuánto alargaríamos innecesariamente un texto si nos ponemos a desdoblar cada palabra que se pueda utilizar en ambos géneros?
Lo cierto es que hay una tercera opción, quizá un poco más rebuscada, de mantener un lenguaje relativamente neutro. En lugar de inventar nuevas formas de usar las palabras o utilizar recursos que retuercen y fuerzan la lengua hasta romper con la norma, es una opción válida utilizar palabras que por su naturaleza ya funcionan como neutros. Podemos nombrar, en lugar de a todas y todos, a las personas. Sí, persona es un sustantivo femenino, pero es un sustantivo que engloba tanto al género masculino como al femenino. No puedo negar que este es un recurso que se puede utilizar en algunas ocasiones, solo cuando no entre con calzador, porque si abusáramos de él estaríamos forzando la lengua y, nuevamente, entorpeciendo la comunicación.