El autocorrector de Word
Word tiene esa herramienta automática que todos hemos utilizado en algún momento de nuestra vida: el autocorrector. A todos nos gusta que nos ahorren trabajo y nos faciliten las cosas. Por eso es tan cómodo que un programa informático tan útil y básico como el Word nos corrija de forma automática palabras que hemos escrito mal sin darnos cuenta, o simplemente darnos cuenta de que nos la ha subrayado en rojo.
¿Es el autocorrector nuestro aliado?
Puesto que nos facilita tanto el trabajo, muchos piensan que el autocorrector de Word es una herramienta muy útil para escribir pero, ¿se puede decir que este mecanismo automático es realmente nuestro aliado? Podría responder con un no rotundo, pero voy a detenerme a explicar por qué. El principal motivo por el cual esta herramienta no es de fiar es porque word no sabe qué queremos decir. Sí, tiene una programación que detecta algunos errores que van más allá de la ortografía, como la concordancia, por ejemplo. Pero, aunque en algunas ocasiones nos muestre errores que hemos cometido en la escritura, a veces se confunde y, si después de haber escrito un texto aceptamos todas las correcciones que propone Word, podemos encontrarnos con que, tras el proceso, nuestro texto ha quedado peor que antes de aplicar estas correcciones.
¿Por qué debemos prescindir del autocorrector de Word?
Algunos motivos de por qué no podemos confiar en la corrección automática de Word han quedado expuestos en el anterior párrafo, pero me voy a extender para explicarlos con mayor claridad. Word no es una persona y, por tanto, no entiende de contextos. Hay ocasiones en las que, cuando escribimos algo, el autocorrector nos lo corrige o nos lo marca como un error. Esto no siempre quiere decir que haya una errata en el texto; puede significar que la herramienta está programada para comprender lo mismo de otra forma.
Word no entiende sobre el uso de la negrita, la cursiva, la versalita, el tamaño de la fuente y otros muchos elementos que son indispensables para la buena escritura. Todos ellos tienen una razón de ser y unas circunstancias en las que hay que aplicarlos, pero solo una persona puede valorar si se dan las condiciones adecuadas para usarlos.
En ocasiones corrige palabras bien escritas que no reconoce y las cambia por otras similares que no tienen que ver con lo que queremos decir. Esto es un problema porque lo hace sin notificarlo. Si mientras estás escribiendo sucede esto y no lo ves, no va a existir ninguna marca que indique que esto ha sucedido. Sin una posterior revisión, Word habrá introducido en el texto una errata donde antes no la había. Esto significa que, no solo no habrá aplicado un cambio correcto, sino que nos va a dar más trabajo.
Por todos estos motivos es conveniente desactivar la corrección automática de Word y escribir sin preocuparte por si un programa informático que no nos entiende embrutece nuestro texto. Puede activarse este mecanismo en momentos determinados si se cree conveniente, pero es aconsejable, en lugar de aceptar todas las correcciones, aceptarlas una a una valorando si es correcto o no.
Una revisión debe ser realizada por una persona que entienda lo que está escrito y tenga un criterio del que una programación informática carece. Como he repetido en varias ocasiones —y lo haré siempre que sea necesario—, una corrección profesional debe ser realizada por un corrector profesional. Es quien está realmente preparado para realizar ese trabajo y en quien más se puede confiar.
Muy buen aporte. Gracias por compartirlo.
Muchas gracias. Espero seguir subiendo contenido que guste a quienes les interesa la lengua.